EN RESUMEN
Por todas partes, en Montpellier, está la naturaleza. El Lez, el río que atraviesa la ciudad, es el pulmón. Un verdadero pequeño paraíso para los aficionados de paseos, de comidas campestres y de jogging...
Es verdad que la naturaleza aquí es lujuriosa.
Tony, 38ans, nunca está tan relajado como cuando pesca a lo largo del Lez, frente al Ayuntamiento, en el barrio de Antígone.
"No pesco gran cosa porque no soy muy bueno, pero me gustan estos momentos pasados en la tranquilidad. Lo necesito para cortar con mis días que son bastantes agotadores ", explica este albañil de profesión. Tony no es el único que viene para respirar el aire puro, o simplemente para soplar a lo largo del río que recorre la ciudad. A Marie, 23 años, le gusta correr cerca de las orillas, y sigue el Lez hasta Lattes. «¿Cuántas ciudades pueden presumir de tener tanto verdor intramuros? ", pregunta esta estudiante en psicología. Es verdad que la naturaleza aquí es lujuriosa.
La ciudad posee en efecto varios pulmones. El parque Montcalm, primero. Este antiguo cuartel militar acoge diariamente cursos de gimnasia, y permite idílicas tardes en familia o entre amigo. Montcalm, anidado en el centro de la ciudad, también posee terrenos de tenis, de fútbol o bien de baloncesto, de los que pueden gozar gratuitamente los jóvenes del barrio.
Y luego hay el parque Méric, en el barrio de Aiguelongue, oasis de paz y de poesía. Era aquí a dónde el famoso pintor Frédéric Bazille le gustaba instalar su caballete. A orillas del Lez, éste propone el parque a perros más grande de toda la ciudad. «Temprano por la mañana, o tarde por la noche, nos encontramos entre apasionados. Mientras que nuestros animales juegan, intercambiamos consejos sobre los productos que hay que utilizar o los métodos de adiestramiento ", explica Silvain, dueño de Tiburce, un joven malinois de 9 meses.
Pero los más deportistas generalmente se encuentran para hacer footing en el bosque de Montmaur, cerca del parque zoológico de Lunaret. "Como es muy grande, el número de circuitos es casi infinito ", certifica Nicolas, 32ans, efectuando sus estiramientos. Es aquí que a Patrice Canayer, entrenador emblemático del club de balonmano montpellerino, le gusta reunir a sus tropas a principio de temporada para" hacerles sufrir un poco».
Pero todo el mundo no posee la misma abnegación que los atletas del MHB. Es por eso que a Sofía y a Marc les gusta pasearse con su joven hijo de 7 años en el parque zoológico de Lunaret. Es uno de los raros parques en Francia que propone una entrada gratuita.
"Las leonas, los osos, los guepardos o las jirafas son tantas buenas razones para venir a pasar una tarde lúdica y relajante ", confiesa el papá, arquitecto de profesión. " ¡Y el zoo no tiene que envidiarle nada a los más prestigiosos del Hexágono! ", añade la mamá, veterinaria en uno de los municipios de la metrópoli de Montpellier.
Desde su fuente, en Prades-le-Lez, hasta su desembocadura, en Palavas-les-Flots, el Lez, el río que atraviesa Montpellier, propone una admiración permanente a lo largo de sus 29 km.
Y si sirve de base al Mackuc, el club montpellerino muchas veces campeón de Francia de kayac-polo, constituye también una casa natural e ideal a varios cisnes magníficos.
El Lez tiene también un marco encantador, que está lleno de leyendas. Como la de la Roca de Substantion, que se sitúa muy cerca de la reserva natural de Lunaret, verdadera oasis de paz para todos los paseantes. Según las declaraciones de los ancianos, por la noche del Día de San Juan (el 24 de junio), esta roca famosa se abriría, dejando aparecer un tesoro, y esto, entra la primera y la duodécima campanada. Según los vecinos, ciertos humanos codiciosos se habrían dejado coger por la roca, no habiendo tenido el tiempo de extraerse. ¡Entonces, lleve cuidado!