"La verdad de un deseo es como el fuego". Cuando era niña, no era ni realmente un niño, ni decididamente una niña. Era un caballo salvaje. A los ocho años se creía Esmeralda y a los nueve se enamoró de una monaguilla. En séptimo, aprendió que nunca se debe decir la palabra "bollera" en el patio, y en el colegio que los orgasmos no suenan como los que se leen en el suplemento "sexo especial" de la revista Elle.
A caballo entre la cultura pop, la autoficción y la sociología del género, Ceci...