Por fuera o por dentro, desde el patio de butacas o desde los palcos, todos los puntos de vista son válidos para admirar la Ópera Comédie.
El arquitecto que la diseñó era un alumno de Charles Garnier (que fue el autor de la Ópera de París), ¡y eso se nota! Molduras, recubrimientos dorados, decorados de escenario, palcos, sillones de terciopelo rojo… la magia lo invade todo y los ojos no dan abasto.
Es evidente que, además, tanta belleza despierta la curiosidad. ¿Le apetecería visitarla entre bastidores?